Los implantes dentales son la simulación de la raíz de un diente. Estos implantes dentales son fabricados de titanio (color metal) o de zirconio (color blanco) y se colocan mediante una técnica quirúrgica en los huesos maxilares y debajo de las encías. Una vez colocados en el lugar, el cirujano puede poner sobre ellos las coronas (fundas) o puentes fijos que sustituirán a las piezas dentarias perdidas.
¿Cómo trabajan los implantes dentales?
El implantes dentales funcionan con una fusión con el hueso (osteointegración); proporcionando un soporte estable para los dientes artificiales. Las prótesis (coronas, fundas, puentes, dentadura, etc) se colocan sobre los implantes. No se deslizan ni se mueven en la boca por lo que es una ventaja muy importante para la masticación y el habla. Esta fantástica adaptación ayuda a que el paciente sienta de manera natural sus dientes artificiales.
Llevar aparatos extraíbles como esqueléticos, prótesis completas o puentes puede resultar incómodo para algunas personas porque les producen irritaciones. Los aparatos dentales con bordes demasiado estrechos pueden provocar naúseas. Además, en los puentes tradicionales deben sujetarse a los dientes de ambos lados del espacio vacío. Una ventaja de los implantes dentales es que no es necesario desgastar los dientes de al lado para que sostengan a los dientes de reemplazo.
Para recibir un implantes dentales es necesario o muy recomendable tener encías sanas y hueso adecuado que soporte el implante. El paciente además debe asumir el compromiso de mantener sanas estas estructuras. La higiene oral meticulosa y las visitas regulares odontológicas son esenciales para que los implantes dentales sean exitosos a largo plazo.